Viphoto 2019 arrancó su segunda edición como festival el pasado 29 de noviembre en Vitoria-Gasteiz. Exposiciones, conferencias y mesas redondas han brillado en el primer fin de semana de una programación que se extenderá hasta el 19 de enero. Roberto Villalón ha ido un año más para contarnos el estado actual de la fotografía en la capital vasca.

Tres estados de la materia en nuestro entorno: sólido, líquido y gaseoso, los mismos que hemos encontrado el pasado fin de semana en Vitoria con motivo del Viphoto. Se trata de un festival de fotografía que lleva ya unas cuantas ediciones. También de naturaleza cambiante, venía siendo una feria de fotografía en la que, tras una selección previa, cerca de una docena de autoras y autores eran invitados a vender y exponer su obra con una serie de actividades paralelas.

La sede venía siendo la Sala Amárica, un centro dedicado al arte que desde hace varios años estaba centrado en exclusiva a la fotografía. En los últimos años, Amárica ha tenido la suerte de contar con la coordinación, el entusiasmo y buen hacer de Gemma Besa, situando la capital alavesa en el panorama fotográfico nacional, llevando a Vitoria exposiciones sobre la actualidad fotográfica sin perder de vista la promoción de lo local.

Su papel, junto a la Sociedad Fotográfica Alavesa, ha sido fundamental para revitalizar la fotografía en Euskadi, con especial importancia en el cambio de la feria a festival de fotografía, en el que Amárica ha servido de ariete para sumar otros centros, siendo su sede principal. Amárica era referente fotográfico en Euskadi. Y digo era porque la cultura se vuelve gaseosa y se evapora con facilidad. Y en particular la fotografía parece especialmente volátil. Por cuestiones derivadas del funcionamiento de la administración pública difíciles de entender, Besa deja la dirección de la sala, y parece que los nuevos responsables del área de educación en la provincia tienen otros planes para la misma.

© Asier Aguinaco

De poco sirve la trayectoria, el trabajo y el nombre ya creados. De nada sirve poder demostrar la sólida trayectoria del centro que ha traído a la ciudad a grandes referencias de la fotografía como comisarios y comisarias, autores y autoras, promotores y promotoras culturales, periodistas, coleccionistas…

Según parece, y esto es una constante que hemos vivido varias veces, muchos políticos, lejos de entender su labor como un servicio público, en el que hay que dialogar y colaborar con los ciudadanos y agentes culturales de la ciudad, creen que se les otorga un juguete sobre el que decidir sin conocer ni respetar el trabajo realizado hasta el momento. Entienden que es “su casa, su presupuesto”, y que sólo responden a sus gustos y preferencias, antes siquiera de poder evaluar lo hecho hasta el momento.

Y en este contexto ha llegado la nueva edición de Viphoto, la segunda como festival. Jon Gorospe, su director, y su equipo tuvieron que lidiar con esta visión cortijera de la cultura y, aún así, levantar una edición con una programación más que envidiable.

© Asier Aguinaco

El festival se articula principalmente alrededor de dos columnas: las exposiciones y los visionados. Ambas muy relacionadas, pues las expos de cada año se realizan con los trabajos ganadores del año anterior.

Oficialmente Viphoto 2019 se inauguraba, con abundante presencia de pintxos y vino de Rioja Alavesa (la fotografía con vino entra mejor), en la aún sede principal con los trabajos ‘Comportamiento para un simulacro’, de Antonio Guerra, e ‘Invisible infinito’, de Patricia Boffill, ganadores y mención especial de los visionados celebrados hace un año. Guerra mostró su estudio sobre el paisaje y la intervención humana en el mismo, generando fotografías, fotoesculturas, intervenciones e instalaciones alrededor de esa idea, sacando máximo provecho de la sala. 

Por su parten, Bofill llegó a denominar su serie como el “antipaisaje”. Sus imágenes buscan el poder evocador de unas formas sencillas que aluden a lo orgánico, pero huyen de la referencia directa y pretenden crear emociones. Menos es más.

© Roberto Villalón

Unos días antes ya se inauguró en Centro de Exposiciones Fundación Vital la muestra ‘Capas Geruzak Layers’. Los asistentes a Viphoto pudimos disfrutar de una visita guiada a la exposición en la que varios artistas alaveses, Patrick Grijalvo, Nahikari Mora, Javier De Reparaz y Manuel Vázquez, comisariados por Jon Gorospe, mostraron con diferentes series las posibilidades expresivas de la acumulación de la imagen, en un mismo plano, divergentes o en la retina, con la relación con la ciudad como inspiración. Destacar el alto nivel de las propuestas. La labor realizada por la Sociedad Fotográfica Alavesa hace que se vea a años luz de otras entidades similares que hay por todo el país.

© Asier Aguinaco

Roberto Aguirrezabala, con ese aire que me recuerda a un Nacho Vega que sabe sonreír, fue el ganador de los visionados de ámbito regional del año pasado, y por tanto ha tenido la ocasión de exponer en el Centro Cultural Montehermoso, en el corazón de la almendra central de la ciudad. Y no ha desaprovechado la oportunidad. Con su ‘Museo de la guerra’ ha presentado una muestra que supera lo fotográfico y puede atraer a un público diverso, para hacernos reflexionar sobre la capacidad para el mal (y el bien) de los humanos, y lo cerca que estamos de reproducir en un bucle absurdo nuestros mayores errores.

La fotografía se degrada, se deteriora y sufre. No siempre es culpa de los políticos. En su estado sólido, la fotografía física también acusa los avatares del tiempo, pero incluso puede ser víctima de algo tan prosaico como convertirse en pasto para caracoles. Algo de lo que es consciente Joan Fontcuberta, que es capaz de comérselos en salsa y cerrar así el ciclo.

© Asier Aguinco

Fontcuberta expone en la galería Talka ‘Rasar’, con varias de sus últimas series dedicadas a la fragilidad de la fotografía en soporte físico (vino, cerveza, tortilla de patata alavesa… Esto en Madrid ya no lo vemos). Además de ‘Gastrópoda’, en la que los caracoles son parte principal del proceso creativo, las imágenes, en este caso fotos que ilustran situaciones violentas, sufren un daño que refleja esa misma violencia, las muestras del paso del tiempo en esa especie de Street View a papel que rescató del Museo Del Prado para centrarse en sus cicatrices causadas por paso del tiempo, o las fotografías de pozos mineros “manchadas” por su propio carbón. Es evidente, la fotografía es frágil. Necesitamos gente que la cuide.

Fontcuberta ha sido miembro del jurado junto a Beatriz Herráez, Sema D’Acosta, Irene de Mendoza y Jon Gorospe, y han elegido ganador (por tres votos a dos), el trabajo sobre fotografía líquida de Cecilia de Val, a la que D’Acosta ya había comisariado para el pasado Scan.

De Val busca imágenes relacionadas con una etiqueta y las somete a distintos procesos de “desrevelado” hasta obtener “una única imagen líquida, abstracta y fragmentaria; una danza de datos fragmentados y en movimiento que representa la suma y síntesis de todas ellas”.

Esta edición los visionados tuvieron formato de presentación abierta al público en la que, con un tiempo limitado, autores y autoras debían explicar sus proyectos y sus propuestas expositivas. Me sorprendió la calidad general de los proyectos, sobre todo de las propuestas nacionales destinadas a la Sala Amárica.

Pero también he de señalar que tenemos bastantes dificultades para defender nuestros trabajos en público. Una vez más, fallamos en comunicación. Es verdad, somos fotógrafos, no locutores. Pero deberíamos meditar previamente sobre qué queremos transmitir, cómo debemos hacerlo y prepararlo mínimamente. Espero que las escuelas tomen nota de ello.

© Asier Aguinaco

Junto al ‘PicoftheMidday’ de Cecilia del Val, pudimos disfrutar de otras propuestas también muy interesantes. ‘Momentum’, las pizarras de Alejandro Guijarro, son toda una reflexión sobre la memoria, la huella que permanece, la imagen como registro (que se borra pero queda latente) a través de algo tan simple como unas pizarras fotografiadas en diferentes templos del saber.

También se degrada la fotografía, esta vez como venganza de la naturaleza tras la agresión del hombre, en ‘State of Matter / Mattert of State’ de Mario Zamora. Imágenes sometidas a los cuatro elementos en un trabajo con un gran componente político y de plena actualidad, con grandes posibilidades tanto expositivas como en formato fotolibro (ojalá su maqueta llegue a ver la luz), debido a su temática (los crímenes medioabientales) y su conexión con lo social, por encima de lo meramente fotográfico. Un autor del que conocía su ‘To the moon and back’ y del que tengo claro que quiero ver más y más.

Anna Esplandiú, a la que conocimos en el último Foro Can Basté, nos mostró su particular arqueología de los objetos cotidianos con un significado personal especial en los que construye nuevos sistemas planetarios. Por su parte, Esther Morcillo, con la que coincidimos en el Talent Latent del Scan, da un salto en su mundo creado por collage para jugar con formas y formatos y reflexionar sobre los excesos a los que nos lleva nuestra forma de consumir con ‘Luxury’.

Felipe Romero, colombiano afincado en Madrid, ya fue becado en el pasado Seminario de Albarracín. En esta ocasión ha defendido un trabajo en el que documenta espacios públicos que los indocumentados (migrantes) han de evitar, desapareciendo de esos lugares, y “coreografías” de reducción que sufren a manos de la policía. Por su parte, Pablo Lerma reflexiona sobre otros “invisibles” en los archivos encontrados, en las imágenes que representan a los ciudadanos “típicos”, interviniendo nuevas imágenes en las que aparecen otras realidades, como las familias LGTBI+.

© Asier Aguinaco

Roger Grasas defendió ‘Ha Aretz’, que ya pudimos ver en Tarragona y Alcobendas, y que sigue la evolución de su trabajo hacia temas cada vez más políticos desde un punto de vista de documentalismo con un toque de humor. En esta ocasión visita lugares mencionados en los diferentes escritos sagrados de las religiones monoteístas y muestra cómo se encuentran en los tiempos actuales en los que el nuevo Dios es el dinero, aunque el viejo siga sirviendo para enfrentar a los pueblos.

Adictos a la religión, al dinero, a las drogas o al gimansio son los protagonistas de ‘A wonderfull life’, la serie que los Leafhopper Project acaban de lanzar en formato fotolibro y de la que nosotros también somos adictos desde que la conocimos en aquellos Fantasticos Hombre nº F que organizaban María Sánchez y Hernesto con H.

Cerrando el bloque nacional, el dúo Leah Fresneda Valls & Pablo Varela Barca nos ofrecieron un juego visual basado en un cadáver exquisito con resultados estéticos en los que se ve que la fotografía de calle puede emparentar con las modas fotográficas actuales, a poco que sus autores busquen nuevos referentes.

La ganadora de la beca de creación para los vascos participantes ha sido Helena Goñi, con su propuesta sobre la juventud, el viaje y el cambio reflejada a través del pelo teñido de verde. Goñi sigue evolucionando lentamente y con paso firme, respaldada por multitud de certámentes desde aquel Género y Figura o la primera edición del Baffest de la que resultó ganadora.

© Asier Aguinaco

Se impuso a las ‘Imágenes de fuego’ de Nagore Legarreta, el proyecto sobre el viaje y el paisaje como terapia personal de Inma Barrio, la búsqueda de la propia identidad de David Inclán y la huella pese a la ausencia del padre sobre el que gira el interesante proyecto de David de Haro.

En estos visionados podemos ver que la fotografía vasca ha dado un salto en los últimos años. Nuevas escuelas, nuevos foros y nuevos festivales. Pero sorprende la escasa presencia que ha habido de otros organizadores de festivales vascos en Viphoto ( y eso que alguno se celebran en la misma ciudad) tanto en estos visionados como en las mesas redondas con los autores. En la protagonizada por Sema D’Acosta, Joan Fontcuberta e Irene de Mendoza, Fontcu nos advertía: «No seamos fotosaurios que no se han dado cuenta de que ha caído el meteorito”.

En un momento en el que los festivales nacionales empiezan a organizarse, los vascos deberían unir fuerzas. Sólo así conseguiremos que nuestros esfuerzos no dependan de por dónde le da el aire al nuevo dueño del cortijo cultural. De nosotros depende que la fotografía sea un valor sólido.