Durante la semana pasada se celebró el primer Panoràmic de Granollers, el festival de cine y fotografía que apadrina Joan Fontcuberta. Una oportunidad para descubrir nuevos aspectos de la imagen, sea fija, en movimiento, en la pared, en pantalla o donde sea menester. Una nueva cita a marcar en rojo en el calendario.

Hay festivales de cine documental, de cine fantástico, de cine erótico, de cortos, de animación… prácticamente de todo. Pero, curiosamente, faltaba uno que relacionara cine y fotografía. Con esta idea nació Panoràmic, “el festival que explora la relación entre el cine y la fotografía, y promueve e incentiva la investigación de nuevos lenguajes y narrativas audiovisuales”.

© Aida Moscoso

Panoràmic se ha celebrado entre el 21 y el 26 de noviembre en Roca Umbert, un espacio muy singular de la ciudad de Granollers – a media hora en tren de Barcelona–, una antigua fábrica textil reconvertida en espacio cultural, donde se desarrollan diferentes actividades relacionadas con la danza, la música y las artes en general.

Pues allí tiene su estudio Joan Fontcuberta. Y, entre otras misiones, se ha propuesto dinamizar el lugar y situar Roca Umbert como referencia de actividades relacionadas con el mundo de la imagen. La idea del festival parte de Albert Gusi y Fidel Balaguer de la escuela Grisart, pero enseguida, desde Roca Umbert, recogen el guante y se estructura este festival.

Jesús Vilamajó, que tiene a sus espaldas la experiencia de eventos simialres como el Emergene, Intersecció en Llerida, la sección Full Contact del Scan de Tarragona o el Embarrat de Tárrega, toma los mandos del nuevo festival y se acompaña de Joana Hurtado, Fèlix Pérez-Hita, Andrés Hispano o Laia Casanova, para darle cuerpo a esta primera edición.

© Jesús Vilamajó

Pero claro, dedicar un festival a la relación de la fotografía y el cine da para mucho. Había que concretar. Esta primera edición ha estado dedicada a la influencia que la foto fija, nacida para promocionar el cine, ha tenido en la propia fotografía, que a su vez ha incidido en el propio cine, una relación en doble dirección. La excusa ha sido que se celebran 40 años de ‘Untitled Film Stills’ de Cindy Sherman, obra deudora de esta relación.

Así nos lo explicaba Andrés Hispano en la conferencia inaugural del festival, pero también podíamos ver un “relato visual” de esta comunicación constante entre la foto fija y el cine (que se ha trasladado a la fotografía de moda, a la publicidad… y al arte contemporáneo en general) en la exposición resultante del taller que el mismo Hispano impartió unos días antes del Panoràmic.

Elegido el tema, el Panoràmic se ha estructurado en tres patas: las proyecciones de películas y cortos que investigan en esta relación entre fotografía y cine, La Porxada del doc, donde se presentaban piezas audiovisuales de carácter documental, y La Térmica Lab, la parte dedicada a la experimentación.

En las proyecciones se han podido ver largometrajes como ‘Tren de sombras’, de Jose Luis Guerín, el film experimental ‘The Family Album’, de Alan Berliner, o ‘Who Are You, Polly Maggoo?’, del mítico fotógrafo William Klein, entre otros. Pero también ha habido una amplia selección de cortos que han incluido autores como Marla Jacarilla, que presentó su corto fotoliterario, Eugeni Bonet, Harun Farocki, Chris Marker, Nicolas Provost… y el minuto que David Lynch rodó como homenaje a los 100 años del cine.

La Porxada del doc fue el viernes y se pudieron ver una gran cantidad de trabajos documentales que, aun siendo audivisuales, tenían la fotografía como elemento narrativo, en unos casos, o como material de partida, en otros.

© Camila Marinone

Gran variedad de enfoques y de temas, desde el ciclismo a los derechos lgtb, de la pesca al sexo, o la vida en el campo. Cristina Núñez presentó y comentó ‘Someone to love’, una pieza autobiográfica, un autorretrato visual. De Pablo Parra y Alicia Petrasova vimos ‘Minas de oro’, sobre un proyecto fotográfico que relata la situación de los buscadores de este metal en Senagal y Mali. Antonio González Caro mostró el audiovisual que sirve para mostrar ‘Garum’, una serie fotográfica sobre la almadraba, un arte de pesca que consiste en instalar un laberinto de redes en el paso del atún rojo. Por su parte, con ‘El cazador’, Álvaro Laiz documenta el impacto de la naturaleza en la cultura Udege extremo oriente de Rusia, e Ivan Ferreres nos desveló la burbuja que rodea a su padre, agricultor y sordo, con ‘En silencio’. Alfonso Rodríguez nos acercó la historia de ‘La última Yagán’, un pueblo que se extingue en la Tierra de Fuego chilena. Claudia Claremi, en ‘El monte’ nos muestra la relación de un abuelo, su nieta y la naturaleza en Cuba.

© Daniel Solsona

Hanna Jarzabek cuenta cómo viven la vejez dos gais y una lesbiana, dando visibilidad a historias que no forman parte del ideario colectivo del mundo LGTB con su pieza ‘Flores de otoño’. Katia Repina y Luca Aimi, por su parte, investigan sobre el ritual que conlleva la práctica del cruising en ‘I don’t need to know you’, mientras que David Linuesa explora la retórica de los cuerpos con ‘Cuando apagues la luz’. Linuesa y su productora Áqaba Media estaban también detrás de varios de los proyectos presentados.

‘Makkina’ le sirve a Ariadna Cambronero Ginés para mostrarnos el reto de superación del ciclista paralímpico Juanjo Méndez y contextualizar el trabajo fotográfico que ha realizado sobre él. Y el deporte también está presente en ‘Calcio Storico’, un relato sobre esta “religión” que nos ha acercado el fotoperiodista David Airob.

Roca Umbert era una fábrica textil que tenía su propia central para abastecerse de energía, ‘La térmica’, que mantiene gran parte de su maquinaria original, por lo el espacio en sí mismo merece una visita. Pero, además, ha contado con trece creaciones visuales que han hecho de la experiencia algo irrepetible. Tras una convocatoria que se realizó durante el verano, los seleccionados han mostrado sus piezas, generando nuevas energías para la investigación de la imagen.

© Camila Marinone

En La Térmica Lab se ha mostrado la exploración de la intimidad de María Sánchez, o el documentalismo voyeur de Martí Madaula enseñando lo que ve desde su ventana, o cómo entra a la luz por la pared en el caso de Marta Bisbal, pasando por la visualización del sonido de Alberto Valverde, la descontextualización de los edificios como símbolos de poder de Beatriz Ruibal, el homenaje al proceso de la creación de la imagen en movimiento de Daniel Pitarch, la trasmisión de miedos femeninos mediante los rituales de cuidado de Gema Polanco, la danza butho de Ainhoa Valle, el comportamiento humano cuando se pierde en la masa visto por Miquel Martí y Joan Tisminetzky, el paisaje de datos que genera el retrato de Pilar Rosado, la performance sonara de Ferran Lega, la multiexposición de Blanca Viñas con Albert Alcoz o las frecuencias de luz de Jorge Isla. Las visitas guiadas con los autores desentrañaron a los asistentes las claves para poder disfrutar de estas creaciones visuales.

© Cristian Giraldez

También pudimos visitar y conocer las motivaciones, por boca de su autor, de ‘Mitos y máscaras. Una visión del universo creativo de Albert Serra a través de las fotografías de Román Yñán’. Yñan recrea en cuatro paredes temáticas su visión de la filmografía del joven director de culto. Una vez más, fotografía y cine de la mano.

Y si todo ello lo riegas con vermut, que se vuelve electrónico gracias a las sesiones con dj que suenan de fondo, y lo completas con fideuá o paellas colectivas, pues el festival se torna en uno de los elementos más interesantes en este tipo de acontecimientos, un lugar de encuentro donde público, artistas y profesionales del mundillo charlan, discuten, discurren y resuelven el mundo, que tan falto está de que lo arreglemos en nuestras sobremesas. Ya estamos esperando una nueva edición para buscar solución a algunos flecos que nos han quedado por corregir (del mundo, que del festival no tenemos queja).

© Jesús Vilamajó