Si el año pasado Paris Photo cumplía su vigésima edición, que servía para resurgir tras la marcada por el atentado de Bataclán, en 2018 vuelve a demostrar que es el mayor mercado de fotografía de Europa. A su calor se celebran multitud de actos, conferencias, exposiciones y actividades que, junto a la feria, hacen obligada la visita a la capital francesa. Un año más, Clavoardiendo ha estado allí, esta vez de la mano de Carmen Dalmau, que firma una crónica de cómo se ve la fotografía y su comercio en la ciudad del Sena.

Paris Photo constituye un pretexto magnífico para viajar a la capital francesa en otoño, visitar a los amigos en una ciudad en la que todo es dorado y luminoso, como las hojas de los castaños en los Campos Elíseos, o la más triste de este mundo si presientes morir en un día de aguacero.

Ya escribió Balzac en su ‘Tratado de la vida elegante’ que aquél que no visite París a menudo, no puede presumir de ser una persona elegante.

Pues bien, las tres clases de personas que las costumbres modernas han creado son: el hombre que trabaja; el hombre que piensa; el hombre que no hace nada. De ahí derivan tres fórmulas de existencia […]: la vida ocupada; la vida de artista; la vida elegante.

Balzac. Tratado de la vida elegante, ‘Prolegómenos’

A comienzos de noviembre, se da cita en París lo mas granado de la fotografía: en el Grand Palais, el alto comercio de la fotografía artística; en el Carrousel du Louvre la alternativa, por ser más joven, Fotofever; cerca de Versalles, en Bièvres la 55 edición de la Foire Internationale de la Photo, para los amantes de las fotos antiguas, Offprint Paris en la École National des Beaux Arts, con editores y diseño; o Polycopies, la más canalla feria de fotolibros; en un barco atracado en el Sena, Photo Saint Germain en la Rive Gauche, la Maison Europèenne de la Photographie con JR Mementum, la Bibliothèque nationale de France, presenta Les Nadar.

© Raúl Domingo Toledano

Además, la oferta cultural y expositiva es desbordante, en el Palais de Tokyo, abierto hasta las 12 de la noche, la Carte Blanche, con la exposición de Tomas Sarraceno; en el Musée d´Orsay la época azul y rosa de Picasso; Giacometti en el Musée Maillol; Egon Schiele y Basquiat en la Fondation Louis Vuitton, también presente en Paris Photo con las colecciones de libros de fotografía City Guides y Gashion Eye. El edificio de Frank Gehry en el Bois de Boulogne para la Fondation Louis Vuitton se une a la torre de la Fundación Luma en Parc des Ateliers de Arles, convirtiéndose desde el Guggenheim de Bilbao en simbólicos contenedores de arte para el siglo XXI.

Y así, podríamos seguir en cascada haciéndonos una vez más conscientes de la refinada diferencia, en cuanto a oferta cultural y artística, y en masa crítica de coleccionistas y espectadores, de la excepción cultural francesa, comparada con la ciudad en la que vivimos.

Es imposible recoger en una crónica todo lo que sucede alrededor de un evento con tantas ramificaciones, y en una ciudad que nos deslumbra en cada esquina.

Nada más acceder al Grand Palais, los 13.500 m2 de La Nave, los tirantes de acero verdes y la inmensa claraboya que inunda el espacio de luz, es ya toda una grandiolocuente puesta en escena que encierra un universo en sí mismo. La Escalera de Honor, sostenida por columnas de pórfido verde y barandillas de arabescos de hierro dorado, subraya la sensación de sumergirse en un espacio muy potente, que no anula, sino que realza los montajes, las impecables impresiones, los cuidadísimos enmarcados o los escenarios generados por cada uno de los espacios galerísticos.

La impresión inicial es que todos los elementos de esta feria están perfectamente engarzados. Los instrumentos de la orquesta están perfectamente afinados y sincronizados para tocar una música celestial que embauque los sentidos. Después de un verano en Arlés, se evidencia que Paris Photo, y muchas de las exposiciones satélites, arrancan desde los Rencontres, y como algunos de los fotógrafos crecidos o vistos en el festival de verano entran por la puerta grande en el mercado de París.

© Thomas Boivin

La interesante exposición Paris dans l´oeil des photographes’, en el Hôtel de Ville de París, es un encargo de la alcaldía de París con el tema de una visión de la fotografía sobre la ciudad, comisariada por Fannie Escoulen, Pierre Hourquet y Anna Planas, que han buscado muchos de los proyectos entre los fotógrafos egresados en la ENSP de Arles. La invitación al vernissage nos agasajó con un cóctel en uno de los hermosos salones de ventanales con vistas al Sena

Fannie Escoulen, graduada en la escuela de Arles, también ha organizado el proyecto ‘Elles x Paris Photo’, un recorrido que se inicia a través de los estands de la feria, marcando con una etiqueta roja las obras de algunas mujeres fotógrafas y que continua expandiéndose por toda la capital, con apoyo del Ministerio de Cultura, con catorce exposiciones de artistas que también están presentes, como Lourdes Almeida en el Instituto de Cultura de México, Dorothea Lange y Ana Mendieta en el Jeu de Paume o Martine Franck en la Fondation Henri Cartier-Bresson.

Es un recorrido por 100 piezas, con temas ordenados alfabéticamente, A de Angélique, B de Bourgeoise, I de Invisible o L de Luttes, luchas y contiendas. En el plano de la feria se aprecia bien el itinerario, y cómo algunas islas del mismo se quedan en blanco sin su rectángulo rojo.

© Laura Henno

 

Y qué alegría, como afirma Fannie Escoulen, constatar como se disuelve la invisibilidad de algunas mujeres, desde los modernismos avant-garde de la primera época como Margaret Watkins o Lucia Moholy, a artistas feministas de la década de los setenta como Ulrike Rosenbach y Penny Slinger, o jóvenes promesas como Lisa Sartorio o Tahmineh Monzavi.

El nacimiento de la fotografía permitió una incorporación de las mujeres a la nueva técnica de producir imágenes, que, por ser nueva, no tenía los vetos, lastres heredados y dificultades de acceso que tuvieron las técnicas tradicionales como la pintura o la escultura; pero sin embargo, su invisibilidad en la historia de la fotografía ha corrido pareja a su ausencia en la historia general del arte.

© Raúl Domingo Toledano

La feria enriquece la mera venta con otras secciones, como Films que pretende incluir las imágenes en movimiento y las singularidades en su relación con las fotografías fijas. Prismas, que incluye en el Salón de Honor a las galerías que proponen proyectos que exploran las posibilidades del medio y el gran formato, o Curiosa que seleccionaba imágenes que exploran el tema del erotismo, contrapeso a ‘Ellas x Paris Photo’.

Diferentes aproximaciones al tema, cuerpo fechitizado, poder y dominación. Araki o Mapplethorpe en París no provocan ningún escándalo, a lo más, una pequeña curiosidad. Y las obras experimentales de Taisuye Koyama (Japón, 1978) son devoradas y vendidas como si fueran de cualquier artista de la Escuela de Düsseldorf.

Koyama presenta sus series más recientes, ‘Waves and Particles’ (Olas y partículas), en las que explora los efectos de la luz y el color a través de las combinaciones de matrices digitalizadas de colores, empleando escáner y microscopios digitales.

© Raúl Domingo Toledano

La iniciativa Carta Blanca a estudiantes es una plataforma desde hace dos años, que ha incluido la atención a los nuevos fotógrafos emergentes y selecciona cuatro proyectos entre cien escuelas europeas de fotografía. Los estudiantes premiados tienen un espacio en la feria para mostrar su dosier a quien quiera acercarse a conocerlo. Este año han sido Kata Geibl y Daniel Szalai de la Universidad Moholy-Nagy de Budapest, Daria Minina de Speos de Paris y Simon Lehner (Austria, 1996) de la Universidad de Artes aplicadas de Viena, que es un talento a seguir.

Otro itinerario de carácter muy diferente, y muy significativo, es el de los círculos de adquisiciones de la banca privada J.P. Morgan, partner oficial de la feria desde 2011. Su colección de arte, creada en 1959 por David Rockefeller, es considerada como una de las mayores colecciones corporativas, reuniendo alrededor de 30.000 piezas, de las cuales unas 6.000 son fotográficas, y con las que ha organizado la exposición ‘This must be the place’ aprovechando iconos de su colección que van desde Diane Arbus a Hiroshi Sugimoto.

Hablemos del vil metal. Los precios en Paris Photo son los de productos de lujo que pueden llegar hasta los 300.00€, aunque se encuentren obras interesantes por 5.000 € y la media este entre 10.000 y 12.000 euros.

© Raúl Domingo Toledano

Pero si nuestra disponibilidad pecuniaria es menor, Paris también nos ofrece acceder al mercado. Fotofeber se mueve en una gama que va desde los 400 a los 5.000 euros. El mercado está muy bien diversificado. Y hay mercado, y hay ventas. El día de apertura de Paris Photo, los glamurosos coleccionistas, antes de que se abrieran las puertas al gran público, disfrutaban consiguiendo suculentas piezas.Todo se vende y todo se puede comprar en París, si tienes dinero.

La presencia de las galerías españolas roza el 5%. Los espacios de Rocío Santa Cruz, Joan Prat de Barcelona, y Juana de Aizpuru de Madrid, junto a alguna otra galería que representa a los artistas españoles, llegando estos a la docena.

© Cristina de Middel y Bruno Morais

Destaca y nos congratula que Cristina de Middel sea una de las artistas destacadas en la feria, ampliando su presencia con una exposición individual en el nuevo espacio de Magnum en París cerca del cementerio de Montmatre.

Y que otra fotógrafa española, Laia Abril haya sido galardonada con el Paris-Photo Aperture por su fotolibro ‘On-abortion’. Primer capítulo de su proyecto sobre la misoginia, presentado en Arlés en el 2016 y uno de los proyectos ganadores del Fotopres del año pasado.

Todos los discursos y tendencias estéticas tienen cabida bajo la gran claraboya del Grand Palais. Es cierto que hay pocas instalaciones, escasas las fotografías sin marco, y poca experimentación en soportes. No hay ningún riesgo, y cualquier transgresión es aquella que puede ser asumida por los posibles compradores y coleccionistas.

© Raúl Domingo Toledano

Estos pueden encapricharse por la adquisición de un Vivian Maier, un William Wegman, cuyo paciente perro fue el modelo de una de las exposiciones estrellas de la pasada edición del festival de Arlés, o una foto de archivo de la NASA de la tierra vista desde la luna. O pueden ser fetichistas de iconos históricos y adquirir la foto de Robert Capa, ‘Muerte de un miliciano’.

Apostando por valores seguros, se pueden comprar piezas dignas de los mejores museos de arte contemporáneo, como los retratos de Richard Avedon o las series de depósitos de agua de Bernd &Hilla Becher.

© Raúl Domingo Toledano

También los más atrevidos pueden permitirse arriesgar en obras de artistas con menor recorrido aún y temas más controvertidos como es el caso de Erez Israeli que trabaja sobre el holocausto, el antisemitismo, las relaciones entre Europa y la cultura judía, y sobre las relaciones de dominio y los totalitarismos o Lisa Sartori con un proyecto sobre la guerra de Siria.

O puede introducir en sus paredes la serie The Plantation Boy, del nigeriano Uche Okpa-Iroha, que se cuela en los fotogramas de la película de El Padrino celebrando en el 2012 el 40 aniversario de su estreno, o la famosa polaroid de Ulay de un coktail Molotov fabricado con una botella de coca-cola.

© Raúl Domingo Toledano

Nada nuevo bajo el cielo de París. Ninguna aventura ni efervescencia estética, pero solidez y larga vida para el mercado de la fotografía. En el centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial no queda rastro de la rebeldía dadaísta. El mercado lo absorbe todo y Hausmann o Man Ray pueden ser objeto de decoración de los salones burgueses.

Siempre nos quedara París. Sin complejos.